Incluso el "yo soy"es mentira⬇️⬇️⬇️

NO ERES CONCIENCIA.

NO ERES EL TODO.

NO ERES NADA DE ESO.

Nisargadatta Maharaj no vino a darte paz.

Ni herramientas.

Ni comprensión.

Vino a reducirte a cenizas.

Pero no lo soportaron.

Así que lo silenciaron con flores.

Lo tradujeron en afirmaciones.

Y lo convirtieron en espiritualidad de vitrina:

“Eres conciencia”.

“Eres el todo”.

“Eres el amor”.

Mentira.

Mentira que brilla.

Mentira que seduce.

Mentira que vende.

Porque la verdad que él pronunció no embellece la vida.

La extingue.

¿Quieres saber lo que realmente dijo?

“Antes de que surgiera el ‘yo soy’, ¿qué eras?”

Una pregunta que ningún yo puede responder sin morir.

“La conciencia es una enfermedad que vino con el cuerpo.”

Y tú sigues queriendo ser conciencia.

“Incluso el ‘yo soy’ es ilusión.”

Esa certeza que repites… también debe arder.

“El estado supremo es cuando el ‘yo soy’ desaparece.”

No cuando se vuelve más grande.

Cuando se desvanece sin dejar rastros.

“No eres el cuerpo.

Ni la conciencia.

Ni el testigo.

Ni el sí mismo.”

Todo eso es parte del sueño.

Pero nadie cita esto.

Porque no se puede compartir.

No se puede enseñar.

No se puede monetizar.

Porque quien lo entendió…

ya no está.

No dejó frases.

Ni cursos.

Ni seguidores.

Solo ausencia.

Lo que hoy llaman “no-dualidad”

es solo ego reciclado.

Ya no busca placer.

Ahora busca eternidad.

Ya no se cree alguien…

se cree el todo.

Y eso es aún más imposible de disolver.

Ese ego —

que ya no dice “yo”…

sino “soy conciencia” —

es el más blindado de todos.

Pero Nisargadatta no hablaba desde ahí.

No hablaba desde el personaje espiritual.

Ni desde el vacío conceptual.

Ni desde la conciencia testigo.

Hablaba desde antes.

Desde donde nada ha comenzado.

Desde donde nadie puede hablar.

Y tú,

que lees esto con comprensión,

con entusiasmo,

con admiración…

todavía estás aquí.

Todavía entiendes.

Todavía asientes.

Todavía no has desaparecido.

Porque si algo de esto te hace sentido…

el personaje sigue respirando.

INNOMINABLE

Lo que las palabras no pueden contener